Maggie no sabía de qué forma le gustaban los huevos y siempre y en toda circunstancia decidía comerlos tal como le gustaban a su pareja del instante. Al final terminaba huyendo siempre del altar pues no tenía ni idea de quién era ella, porque se había ido poniendo máscaras que luego no podía quitarse.
Hombres y mujeres debemos evolucionar, incluir y trascender nuestros viejos límites. El hombre debe aprender a relacionarse mejor, y las mujeres a aceptar su autonomía, dejar de identificarse sólo por las relaciones que sostiene.
Dulce, fácil y refinada … en el sexo y con sus amantes totalmente implicada y entregada. Una chica a la que le chifla el juego.
Además esta clase de ideas lo veras reflejado en tu carisma a la hora de publicar algo en tu muro de Fb, y las mujeres se ven atraídas por un hombre seguro con psique positiva. Y huyen de aquellos que solo postean cosas negativas.
Ahora imagina sentirte de esta manera, tomando conciencia de los seres vivos interminablemente grandes como los planetas, conjuntos de materia física como los humanos y lo infinitamente pequeño como esas partículas tan pequeñas que no podemos ver.
La información genética se revela mediante comportamientos inconscientes que vamos a ver más adelante. La herencia sensible es entonces un factor de gran influencia para el adecuado desarrollo del proceso natural.
Si de forma inmediata al punto precedente respondiste enfervorizada que tú no eres nada entusiasta, estás en negación. Una buena dosis de amor rudo hacia ti misma te puede asistir a ponerte disciplina y enfrentar tus diablos antes de exorcizar a la amiga o al planeta.
Cuando pida tu opinión, se la darás; mas evita a toda costa darle la solución a su inconveniente si no te la solicita de manera directa. Deja que hable y tú solo escucha. ¿Por qué razón es esto tan esencial?
Es esencial que procuréis en casa un sitio de honor para el pozo de manera que esté siempre a su alcance para introducir los deseos y al tuyo para extraer los papeles que llevarán escritos las peticiones de tu pareja.
Recuerdo a un compañero que no tenía tan siquiera el graduado escolar y que con cincuenta años realizó un esmero extraordinario para conseguirlo. Se debía examinar en otra urbe y allá se trasladó junto al resto de sus compañeros de la academia que los preparaba.
